El irrigador dental ha dejado de ser el artículo de moda en la higiene bucodental para convertirse en el perfecto complemento al cepillo de dientes una vez se finaliza la tarea del cepillado de dientes. Cada vez son más los que incorporan a esa rutina el uso del irrigador dental.
Este utensilio hace tiempo que dejó de ser exclusivo de los odontólogos, para pasar a ser parte de los habituales en nuestro baño, entre los motivos que podemos encontrar, a parte de los beneficios incuestionables para la salud de nuestra dentadura que enumeraremos más adelante, destacar que el avance de la tecnología ha hecho irrigadores dentales más manejables y de menor envergadura si los comparamos con los primeros modelos que se pusieron a la venta, con una mayor eficiencia y eficiencia en lo que a la limpieza y optimización del agua y/o colutorio que contiene, además, la proliferación de nuevas marcas en el mercado o la incorporación de algunas de reconocido prestigio han dado un impulso al irrigador dental, también denominado irrigador bucal. De todo lo anteriormente descrito se han beneficiado los usuarios, ya que esta competencia se ha traducido también en unos precios realmente económicos para irrigadores de una calidad más que aceptable. El portal www.irrigador-dental.org hace un análisis y comparativa de los modelos más representativos de las principales marcas del mercado.
Más importante de lo anteriormente indicado son los beneficios para la salud bucodental que el uso de los mismos lleva consigo para quien los utiliza, beneficios para todas las personas en general y para aquellas que tienen ortodoncia en particular. Es sabido por los profesionales del sector que el irrigador bucal llega donde las cerdas del cepillo de dientes no llega, consiguiendo una limpieza más profunda y menos agresiva de la placa bacteriana que si se utilizarán otros artilugios; también su uso previene enfermedades como la gingivitis, por el masaje que el chorro a presión ejerce sobre la encía; destacar también que es recomendado su uso para eliminar el mal aliento (halitosis), por no decir el frescor que se queda en la boca cuando terminamos de utilizarlo.
Por último, como se indicó al inicio destacar que el irrigador bucal nunca sustituye al cepillo de dientes, es complementario al mismo.